Me fascina el purgatorio, ese supuesto lugar al que van las personas que en vida tuvieron un comportamiento ni bueno ni malo. Es decir, esse lugar al que, de ser así, vamos todos menos los corruptos del pp, los violadores y los asesinos.
Nuestro actual papa queridos «hermanos» negó su existencia pero, ¡qué leches!… ¿Quién le hace caso a este papa si se respeta aun mucho más a Juan Pablo II? Además, este último afirmó que este lugar existía.
Hoy vengo a escribir algo impactante. Una historia de purgatorios y «purgas» en la boca. Érase una vez una monja que se encontraba en su convento rezando. De pronto apareció tras ella una figura fantasmal que, tras darle el susto de su vida, se identificó como un alma del purgatorio. Estaba en un nivel medio, esperando ser juzgada para entrar en el cielo. Lo más sorprendente de todo es que hablaba pero tenía la boca atravesada por un clavo. Esto se debía a que en vida fue una mentirosa compulsiva, por lo cual no había alcanzado el nivel de exigencia que el cielo pedía para entrar en él.
Entonces, pidió a la asustada monja que rezara por ella para lograr alcanzar la gloria y sacarla de allí. Y así fue: la monja, a diario rezaba por ella. Cada día, el alma en pena se presentaba en el convento para agredecérselo a la «hermana» y ésta podía ver como el clavo de su boca cada vez era menos profundo.
Un día apareció esta alma. No tenía clavo y dijo:
– Muchas gracias amiga. Ahora podré hacer lo que quise toda mi vida: encontrarme con Dios.
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